lunes, 25 de junio de 2007

En el territorio del signo

Las posibilidades de variación libre de la imagen informática parecen contradecir su carácter tecnográfico. La dificultad de localizar la superficie en la cual se hacen las marcas de la imagen la hace una clase de imagen paradoxal. No obstante, hay también un tipo de imagen producida con la computadora que parece estar al borde de perder su carácter de signo.
Ya el holograma es un tipo de imagen problemática. A pesar de que es nombrado a menudo por semióticos, que yo sepa jamás ha sido analizado en relación a formas más clásicas. A diferencia de la escultura, los maniquíes, las figuras de cera, los espantapájaros, los juguetes, etc que son un tipo de signo de identidad (jfr Sonesson 1989a, II.2.2.III.6 y 1992, III.1.), el holograma es sin duda una imagen; ofrece una superficie en la cual «se ve» o «perceptivamente se imagina» una escena perceptiva real (jfr. Sonesson 198a, II.3.5.). La superficie y la escena están al mismo tiempo presentes para la percepción, al mismo tiempo conscientes, pero experimentados como excluyendose una a otra. Por el contrario, la escultura es un objeto por derecho propio que representa otro objeto del cual le faltan algunas características.
En consecuencia, el holograma es una imagen. La diferencia es sólo que la ilusión de la realidad es mucho más fuerte, y que hasta cierto punto se puede tener acceso a diferentes perspectivas del mismo objeto si el espectador deambula alrededor de él, tal como en una verdadera experiencia perceptiva. Sin embargo, la ilusión de la realidad nunca es total; el carácter de la imagen -y con ello el carácter de signo- siempre es dado al mismo tiempo en la percepción. Esto no quiere decir que una técnica holográfica refinada no pueda hacer posible camuflar el carácter de imagen.
Actualmente es posible ir más lejos con la ayuda de la computadoar, al menos en determinados aspectos. Las imágenes sintetizadas pueden ser expuestas de modo tal que son la totalidad del mundo circundante (aparente) percibido por una persona. Al mismo tiempo, esta persona tiene la posibilidad de moverse o manipular el objeto a su alrededor, y sus movimientos conducen inmediatamente a cambios en las imágenes que le son mostradas. Esto es posible porque la computadora dispone de unnumerables perspectivas del objeto sintetizado. De este modo se puede visitar la casa que se quiere construir antes de ser construída, caminar por los corredores y salir y entrar de habitaciones que aún no existen, probar la factibilidad de una escalera, la disposición de puertas y ventanas, etc. Pese a su carácter de imagen inequívoca en el sentido antes mencionado, esta llamada «realidad virtual» comparte características con el mundo cotidiano que forma el fundamento para todos los signos. El fundador de la filosofía fenomenológica, Edmund Husserl, quien mejor que cualquiera ha descrito la particularidad del mundo de la percepción, ha se–alado que ésta descansa en la sensación de que siempre «se puede seguir adelante»; ver objetos desde distintos ángulos, aproximarse al objeto para descubrir nuevas características, investigarlo en otras circunstancias. La realidad virtual, tal como el mundo manifiesto, tiene estas características.

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